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domingo, 5 de marzo de 2017

Lunes

El despertador, como de costumbre, había transformado la oscuridad en un intento de despegar los parpados. Salir de la cama, dar el salto hacia el nuevo día, no apto para acrofóbicos. Enfocó sus pasos a ritmo de la rutina hacia el baño. Se desvistió con la torpeza que caracterizaba a los lunes, encendió el calefactor y se metió a la ducha.
Con el agua perdió el sueño así como la noción del espacio, cerró los ojos y soñó con mil historias de esas que nunca se cumplen. Los volvió a abrir, había decidido terminar por esta vez las historias mentales en las que él era el único personaje. Salió del húmedo y cálido hábitat que había alimentado sus sueños para poner los pies en la realidad fría.
Limpió con la manga del albornoz el vaho del espejo esperando encontrar algo espiando desde la niebla, alguna historia de película, un dibujo de cómic para arrancar una nueva serie. Aquella tampoco era la excepción que cumpliera esas fantasías. A cambio el espejo le devolvió una imagen húmeda y despeinada que parecía ausente. Se sentó en silencio perdido, de nuevo, en sus recuerdos, nada nuevo. Se preguntó cómo sería vivir detrás del espejo.