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martes, 27 de septiembre de 2016

Peonza

Cuando las luces se apagan, cuando la
cuerda que rodea la peonza
está lista para lanzar, toma
carrerilla, y ahí va; una noche más.


El hueco, tras el impacto certero
que la punta dejó en el suelo
y rueda y rueda, sin salir
del hueco, preso del movimiento. Sentir


cómo todo gira, gira y gira;
y cada día, una vuelta,
y dos, y tres, sin puerta
de emergencia, ¿dónde está?


Rodeando el ronco relámpago
que refleja la rueda que describe,
la realidad revela ruido raso
que retumba entre el relieve


que conforma el parqué. Erre.
Erré al abrir los ojos, confundiendo
la imagen creada, percibiendo
lo que quiero ver. ¿Ves?


Seguimos dentro de la peonza,
a la espera de que pare,
pero no buscamos la forma
de dejar de lanzar la a cada hora.