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domingo, 29 de diciembre de 2013

Vetusta



Una tarde de  estas, agazapado en la oscuridad
de las calles de Vetusta discurro con paso
decidido pero mirada perdida. Caminando,
dando caladas al tiempo, mojado por nítida


llovizna que acaricia mi cuerpo.
Mientras, mil miradas atraviesan
mis ojos, buscando ver quién quiera
ser la presa de este señor del pelo feo.


Esquivando las prisas de los andantes
y la luz; cantando a la camisa, seguro
de dar una impresión nociva , me aseguro
de mirar al infinito sin talante.


Ahogado entre mis versos descubro
la felicidad aparente que irradiáis.
Pregunto si es eterna, o si os jugáis
la sonrisa en cada calada, en cada humo


que liberan vuestros labios, solo cuando
los problemas os acechan cerca
del corazón, sin caer en la celda 
que supone este mundo mundano.


Atravieso la niebla proveniente de vuestras bocas,
prosigo mi camino con la esperanza de encontrar
a una vieja amiga, Soledad. Sabe escuchar
los latidos de mi oscura sombra.



Acompasados por el ritmo de mis pies maltrechos
al hacer camino entre los charcos
que causaron mis ojos en el casco 
viejo de la Vetusta que consumió mis sueños.