Seguidores

domingo, 29 de diciembre de 2013

Vetusta



Una tarde de  estas, agazapado en la oscuridad
de las calles de Vetusta discurro con paso
decidido pero mirada perdida. Caminando,
dando caladas al tiempo, mojado por nítida


llovizna que acaricia mi cuerpo.
Mientras, mil miradas atraviesan
mis ojos, buscando ver quién quiera
ser la presa de este señor del pelo feo.


Esquivando las prisas de los andantes
y la luz; cantando a la camisa, seguro
de dar una impresión nociva , me aseguro
de mirar al infinito sin talante.


Ahogado entre mis versos descubro
la felicidad aparente que irradiáis.
Pregunto si es eterna, o si os jugáis
la sonrisa en cada calada, en cada humo


que liberan vuestros labios, solo cuando
los problemas os acechan cerca
del corazón, sin caer en la celda 
que supone este mundo mundano.


Atravieso la niebla proveniente de vuestras bocas,
prosigo mi camino con la esperanza de encontrar
a una vieja amiga, Soledad. Sabe escuchar
los latidos de mi oscura sombra.



Acompasados por el ritmo de mis pies maltrechos
al hacer camino entre los charcos
que causaron mis ojos en el casco 
viejo de la Vetusta que consumió mis sueños.

domingo, 8 de diciembre de 2013

El silencio de su cuarto.



"Hola" dijo el silencio de su cuarto
conforme avanzamos despacio,
disfrutando de cada vació, 
que tornose lleno con nuestros abrazos.


"Hola" contestó tu mirada, mientras
la mía descubría aquel resquicio
de calma en este mundo consumido
por la prisa. Entre las estrellas


despiertas a esas horas
se disputaban un hueco
en tu mirar, lejos
de nuestras manos, locas


por tocas el fuego
con la inocencia 
y la falta de paciencia
en este peligroso juego.


Cubiertos por un manto oscuro
reposamos nuestros besos fríos
por las pálidas espaldas y ritmos
de susurros compartidos, mudos


endulzaron la velada
hasta que el Sol
fugaz, entró
por la ventana.


Después, el cuento
terminó, el amor caducó
entre mil besos marchitos, murió
el fuego que nos quemo; creyendo


ser prisionero , el frió se coló
en mi corazón, tiñendo
todo con escarcha, preso
del invierno. El fuego sobrevivió


entre mis desiertos gélidos,
bajo mantos blancos
se camufla, quemando
los recuerdos paupérrimos


que encontró en mi cuaderno,
enjaulándome en el pasado
ahora que los abrazos
se los quedó el silencio de tu cuarto, eterno.