Seguidores

sábado, 2 de febrero de 2013

Infancias de un poeta




Ahora que crecimos
perdimos las alas para 
volver al país de nunca jamas,
el tiempo, nuestro verdugo tímido


que ajeno a nuestras quejas, 
aun de seres infantiles, 
nos desveló de la niñez
para arrojarnos a una celda.


Perdiendo la imaginación,
los deseos, haciendo un destino 
común e instintivamente dirigido,
somos marionetas de la no ficción.


Dormidos, los dragones ocupan
cada uno de nuestros rincones
favoritos, donde palos y voces
eran síntomas de una aventura.



¿Qué nos pasó? ¿Acaso
sacrificamos la ficción
por un amor sin corazón,
por un escenario? Falso.



Y crecimos, crecimos y crecimos
descubriendo otro mundo
con su lema mudo:
"vence o se vencido"



Y nuestro mundo de dragones
fallece delante de nuestros
ojo, ¡no fue nuestro deseo!
pero, atrás, dejamos nuestros cofres.


Riéndose el tiempo nos acompaña
cada vez que miramos 
atrás; pero no olvidamos 
nuestra infancia escapada.


Silvia me recordó
que fuimos niños
ajenos al ritmo
del tiempo ladrón.


Dedicado a todos los que no olvidan que,
 en el fondo, seguimos siendo niños 
encerrados en cuerpos de adultos 
faltos de imaginación.