Seguidores

martes, 30 de octubre de 2012

Latidos


              
Manténgase apartado de estos versos
si es usted poseedor de
solo una mitad de corazón
o si teme a su llanto lastimero.

Avisados quedan pues, deciros
que estos no son versos
cualesquiera, ni besos
de los pasados, son latidos.

_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
 



Todas las mañanas, un espejo 
me recuerda por qué existo,
asiento, ante el yo mimo
de expresión triste, solo son restos
de una vida de felicidad.

El agua acaricia mi cuerpo,
maltrecho por cada una
de las estrellas y la luna
que ahora preparan mi ungüento,
por qué, cada noche, olvidas.

Recorro el espacio, viendo
en cada una de las sonrisas
el pasado, la prisa de una vida
por seguir cuerdo
mientras se derrumba mi mundo.


Y el paso del tiempo, mi enemigo
acérrimo, lograste lo imposible
con el resto de los sensibles,
mas te olvidaste de tu gran misterio:
¿Por qué aun sufro?

 
Ah, vosotros, ajenos al ir
y venir de soles
compartiendo hora rumores,
hora conversiones sin 
sentir el caos de mi propio ritmo,


Y tu, qué viste en este
artífice de cuentos
sin final ni sueño,
donde dormir es ser fuerte
ante un mundo abrumado.

 
¿Acaso no escuchas mis latidos?
son estos versos, cierra
los ojos, siente cerca
cada uno de mis sufrimientos,
desafíos contra no cogerte la mano.


Dime, ¿no los oyes? Acercarte
a este precipicio, creerme
no hay fondo en él, siénteme
¿ves cómo pierdo las alas? Aléjate
de esta oscuridad.


Vuela lejos de este abismo,
olvida lo aprendido, no escuches
el ruido ajeno, ¿sientes
tu propio ritmo 
de una vida de claridad?


Respira, tranquila, lejos queda
la mano que agarraste, vuelves
al mundo, al galope sientes
tu corazón, volvéis, princesa,
a ocupar vuestro sitio en el trono.

Ajena al cruce de miradas,
lejos ya de mi lúgubre paisaje
bajo el que este salvaje
pierde las alas
ante tu disimulado asombro.

Sorda ante tanto latido
deseó verme cada noche
sumiso ante tus reproches,
siendo otra vez el caído
en la lucha por un corazón amigo.